miércoles, 2 de marzo de 2022

Tres músicos blancos y una promesa *


    Delante de la oficina de empleo A. Pavia hay tres tipos jóvenes: un saxo, un guitarra y un contrabajo. Están en medio de la calle, en el Village, junto a dos grandes coches aparcados uno a cada lado de la calzada. Son tres blancos, el del centro con gafas. El contrabajista, en camisa de manga corta, y el del saxo y la guitarra con las mangas arremangadas.
    No alcanzo a oírles con claridad, hay demasiada distancia entre ellos y yo. Los tres están en 1940 y piden dinero a los viandantes; aun así, y pese a la distancia, creo percibir un tenue rumor que se parece mucho a una vieja canción de swing.
    Podría decirse que son tres elegantes músicos callejeros. Visten bien, con zapatos brillantes, pantalones de calidad, de pinza y caja alta. El pelo cortado con esmero, a lo garçon. El saxofonista lleva raya a la izquierda, con tupé, todo sujeto hacia atrás con fijador. El guitarrista y el contrabajista lucen el pelo suelto, peinado hacia atrás hasta la nuca, donde se cruzan los mechones que llegan desde los lados.
    Sobre la acera, y por encima del morro de uno de los grandes coches aparcados, aparece la cabeza de un niño —cayéndole el pelo sobre la frente—, que les mira con curiosidad. Me recuerda al Perro semihundido de Goya. Quizá ahí nazca la vocación de un talentoso joven; de una promesa.

* Músicos callejeros mendigando delante de la agencia de empleo A. Pavia en el Village
(Manhatan) (decenio 1940).

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