domingo, 6 de marzo de 2022

Detrás del cristal*

  
    El visillo oscila en la corriente de aire. Al lado, una mujer de pie sostiene a un niño entre sus brazos. Tiene el rostro cortado desde el pómulo derecho, a la altura del ojo, hasta el cuello. En el resto del cuerpo también se aprecian cortes, como en la cara del niño, al que se le ve uno fino que le recorre desde la mejilla izquierda hasta la nariz. Sin embargo, no hay sangre por ninguna parte. 
Todo está en paz y el ambiente es de tranquilidad. El niño está llevándose a la boca algo de lo que tiene en una de sus manos.
    Delante de la joven y su hijo se encuentra la puerta, donde se agita como si intentara huir el visillo, con el cristal roto, y las piezas aún sujetas al marco. La luz proyecta la sombra del reborde del cristal roto sobre el rostro y el cuerpo joven y bello de la mujer y su hijo.
    La mujer, negra, posee ojos grandes de color miel, y la boca y sus labios desprenden sensualidad; expresión serena, casi esbozando una sonrisa. Viste camiseta marinera de rayas horizontales, y de manga corta, y falda de estilo y color indefinido, como la ropa del niño.
    La puerta dispone de un robusto pomo redondo y una cerradura de tambor, cuya función ya es inútil. Nada es lo que parece, excepto la fatiga del visillo en su frustrado e incesante intento de volar.


*Mujer joven y su hijo detrás de una puerta con el cristal roto, en Harlem (New York) (hacía 1943).

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