viernes, 4 de marzo de 2022

Extraña dama *

    
Cuando me asomé al bar vi, al fondo, a una dama; una anciana y extraña mujer de dulce aspecto, de película Disney. Está sentada delante de un desvencijado piano con las tripas al aire, expuestas a la curiosidad de los clientes, sin ningún decoro.
    La dama viste de calle, lleva un abrigo de pelo corto que le cuelga casi hasta el suelo, y debajo un vestido de motivos circulares blancos sobre fondo oscuro. 
    Ya lo he dicho, está sentada, pero no en una
banqueta de piano, sino en una vieja y destartalada silla de madera con respaldo. La dama posee manos grandes, y dedos largos, delgados y bien cuidados.
    Sobre su cabeza lleva un sombrero con forma de boina grande, adornado con redecilla negra, y muy echado hacia atrás y algo ladeado. La expresión de su cara es de ausencia, con la mirada perdida, concentrada. La barbilla, muy afilada y al mismo tiempo carnosa y redondeada, le cae por debajo de una mandíbula marcada; la nariz es larga, como si mirase hacia abajo, igual que su barbilla. La boca es pequeña y de labios finos.
    Encima del piano, en el lugar donde debería estar la partitura, hay un vaso de cerveza y una lata abierta, de alguna chuchería. Al lado de ella, de pie, tres tipos hablan entre sí: uno de ellos con gorra de béisbol y ropa de trabajo, otro con la palma de la mano en su cara, sujetando un cigarrillo entre los dedos y el codo apoyado en un mueble del bar y con sombrero fedora. El tercer hombre es canoso, viste de traje, éste ajado, y habla con los otros dos mientras sujeta un cigarrillo.
    Sentado muy cerca de la dama, observándola detenidamente, hay otro tipo, éste también con sombrero y un cigarrillo a medio consumir colgándole del labio inferior. Viste camisa de cuadros discretos desabrochada por arriba y el nudo de la corbata caído.
    La dama, ausente de todo lo que le rodea, está a punto de ensayar un acorde: el pulgar de su mano izquierda tiene pulsado el Do 2.


*Dama tocando el piano en un bar de Manhattan (hacia 1948-1950).

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