lunes, 31 de enero de 2022

Descansillo *



     Sus pequeños cuerpos permanecen encajonados, pegados los unos a los otros en posición fetal. El descansillo de la escalera de incendios es demasiado pequeño para albergarlos y ofrecerles comodidad.
     La mayor, de rostro sereno, con incipientes pechos blancos adolescentes, duerme sosteniendo un pequeño michino junto a su cuerpo.
     
El olor ácido de la existencia de esos cuerpos traspasa el aire del tiempo y llega hasta mí.



* Niños durmiendo en una escalera de evacuación de incendios en New York (hacia 1941

sábado, 29 de enero de 2022

For Rent *

     

La marquesina, perpendicular a la acera, anuncia Dahill Funeral Home Inc. Es el número 711 de Amsterdam Avenue. A su derecha, una tienda de comestibles y lechería; y más a la derecha, un establecimiento de reparación de calzado y limpieza de sombreros. El reloj de la funeraria, colgado de la fachada por encima de la marquesina, señala las seis menos tres minutos. Es de madrugada.
    En la acera, al borde de la calzada y frente al establecimiento, alguien descansa en el suelo, no eternamente, sino hoy; tal vez otros días también; quizá habitual u ocasionalmente. ¡Quién sabe! Viste pantalón oscuro y camisa blanca. Duerme boca arriba con los pies cruzados y con uno de sus brazos, el izquierdo, doblado bajo la nuca.
    En la cristalera de la funeraria hay un rótulo en el que puede leerse: FOR RENT.



* Un hombre duerme delante de Dahill Funeral Home en New York (hacia 1939).

viernes, 28 de enero de 2022

Camino de la Ópera *



Uno, dos, tres, cuatro y cinco. Cuatro sombreros de copa; cuatro espaldas y cuatro abrigos oscuros de paño; cuatro cuellos, una patilla de gafas y medio rostro con pendiente. Van camino del Met1.











*Delante del Metropolitan Opera House (Met), en 1943.
1 NE. Referencia al viejo Metropolitan Opera House (Met), fundado en New York en 1880.

jueves, 27 de enero de 2022

El elefante de Marilyn *

 

    Estoy en el Madison Square Garden de New York. Y sobre un elefante veo a Marilyn Monroe que sonríe rodeada de reporteros y admiradores. Luce un espléndido body color crema y una exuberante cola de plumas blancas como adorno.
    Los flash de las cámaras se activan sin tregua para inmortalizar su figura seductora: piernas enfundadas en medias oscuras y senos elevados pugnando por desbordar el escote que los sujeta firmemente. Sus delgados brazos, embutidos en guantes largos y de color blanco imprimen elegancia a la escena.


* Marilyn Monroe sobre un elefante en Madison Square Garden el 31 de marzo de 1955, noche en la que se inaugura el Circo de Hermanos Ringling, de New York.

lunes, 24 de enero de 2022

Camerino *



En la primera estantería de abajo, diversas fotografías clavadas en la pared a modo de recordatorio, tazas, plumas, pañuelos de papel, un bolso y alguna que otra prenda colgada de los ángulos que sujetan las repisas. Delante de todo, de pie y desnuda, aparece una joven delgada, de pechos pequeños y blancos en los que se ven las marcas dejadas por el sujetador. Cubriéndole el sexo, lleva fijado a la piel un triángulo de tela con motivos geométricos. Es morena, de labios gruesos y rojos, cara alargada, ojos ovalados y pelo castaño cortado a medida melena.
     Sobre una de las cuatro repisas superiores del camerino puede verse una caja Cordon Rouge de Champagne G.H. Mumm & Cº, presidida a la sazón por René Lalou. Debajo hay diversos objetos: un sombrero cloché, un frasco de loción y cajas llenas de artículos almacenados; abandonados o en desuso. Más abajo, lo mismo.
     Mientas posa frente al objetivo de la cámara, la joven espera el turno para salir al escenario y hacer su número de striptease.

* Retrato de una joven artista durante un descanso en un club de striptease en New York (hacia 1950).

sábado, 22 de enero de 2022

Basta con añadir agua hirviendo 1

   
     La noche está cerrada, no silenciosa. Sirenas de ambulancias, bomberos, policías. En la calle se ha formado un enorme barullo alrededor del incendio. El piso quinto —de un edificio de seis plantas— está en llamas. Por las escaleras de incendios se ve bajar a gente y subir bomberos.
     Las columnas de agua se concentran sobre el intenso humo y las enormes llamaradas que brotan de ventanas y ventanales. A uno de los costados del edificio una ambulancia permanece detenida junto a los coches cisterna... Algunos curiosos observan desde la acera.
     En la planta baja está la empresa AMEKO products, especializada en equipamientos para cocinas. En todo el ancho de la fachada, y a la altura de la tercera planta, en un gran cartel puede leerse «Basta con añadir agua hirviendo» (Simply add Boiling Water).
     En la terraza, y rodeado de humo, fuego y vapor de agua, otro letrero, grande, y sujeto a una estructura metálica, anuncia «Higrade, todas las salchichas de carne» (Higrade all beef frankfurters).

1 Edificio en llamas (New York) (hacia 1937). 

viernes, 21 de enero de 2022

The Walking Department Store (Vendedor ambulante) 1

 

     Esta mañana desperté pronto y me levanté antes de lo acostumbrado. Tenía prisa. No era por nada en particular. Estaba inquieto, eso era todo. Cuando aún la ciudad no había acabado de desemperezarse bajé —como acostumbro hacer cada día en mis paseos— por Clinton Street hacía el Williamsburg Bridge, y en la esquina con Delancey Street me encontré con un tipo pintoresco. No me lo había cruzado nunca pero, la verdad, no me extrañó.
    
   Sabía de la existencia de los the walking department store; algo así como vendedores ambulantes. En alguna ocasión me los habían descrito. Hasta ahora, ya digo, nunca tuve la suerte de tropezarme con ninguno de ellos. Me detuve para ver su mercancía, y también por curiosidad. Conforme se aproximaba reconocí en él a un tipo alto, delgado y de edad indefinida. Su cara estaba surcada de profundas arrugas, que se acentuaban con la barba de varios días. Llevaba la cabeza cubierta por un sombrero de ala, descolorido por el sol y el sudor. Aparte de la americana, vestía un pantalón de talla mayor que la suya. En el pasado la prenda debió de ser oscura; ahora, de su antiguo esplendor solo eran visibles unos diminutos cuadros casi borrados. A la camisa apenas si le quedaba cuello.
     En cuanto a su cargamento, lo cierto es que no le faltaba de nada. Todo aquello que en circunstancias normales uno pueda necesitar, él lo transportaba encima. Sujeto con imperdibles, y atado por cordones, de la vieja americana oscura pendían plumeros, cepillos de variadísimos tipos y formas, ralladores, gafas de trabajo, embudos, mangas y coladores de café, crucifijos, llaveros y mallas repletas de género. En las manos mostraba cordones para los zapatos y librillos de papel de fumar. Los bolsillos de la chaqueta tampoco estaban ociosos: en el superior llevaba una pipa, peines, cuchillas de afeitar y quizá una navaja barbera.
     Al llegar a mi altura extendió las manos para mostrar sus artículos. Antes de reanudar mi paseo saqué del bolsillo unos centavos y le compré un par de cordones para los zapatos. El vendedor me sonrió y siguió su camino, como luego hice yo. Hoy llegaré hasta Brooklyn.
  Manhattan es un verdadero prodigio. Derroche de sorpresas, de vida, de gentes imaginativas y emprendedoras. Una amalgama de adjetivos; la Babel de la que habla el Génesis. Cada calle o rincón es un mundo dentro del universo que es New York.

1 NE. Vendedor ambulante que ofrece todo tipo de artículos: gafas, plumeros, embudos, escobas,cordones para los zapatos, navajas... Foto tomada en Manhattan (New York) (decenio 1930).

PIERNAS AL DESNUDO (Desde Manhattan)


Piernas al Desnudo es una pequeña obra publicada en 2015, y cuya edición está agotada. Razón por la que he decidido reeditarla en este blog o diario. Comenzaré pues publicando el Prólogo, a fin de contar los orígenes de esta pequeña obra, cuya gestación ha sido no obstante muy laboriosa.

PRÓLOGO 

     

    En la primavera de 2009 quedé a comer con un viejo amigo del que apenas si sabíamos algo el uno del otro desde hacía unos cuantos años. En la comida hablamos de nuestras cosas. En realidad de cómo nos había ido en todo ese tiempo. Luego le acompañé a su despacho, en el viejo pero emblemático edificio de Telefónica, en la Gran Vía de Madrid. Le regalé la copia de un modesto manuscrito mío de relatos para que lo leyese, y él me obsequió con el libro Weegee's New York, editado por la Fundación Telefónica con motivo de la exposición fotográfica de Arthur Fellig —conocido por el apodo de Weegee—, que esta institución había organizado, y uno de los más famosos fotógrafos de la vida neoyorquina de buena parte del siglo XX. La exposición me causó una honda impresión, aumentada hasta la emoción cuando leí el libro.
    Hubo una fotografía que inicialmente me cautivó más que el resto. Luego, con el tiempo, esa impresión fue extendiéndose a otras. Pero, como digo, esa primera fue el inicio de todo. Se trata de la imagen de una mujer de indudable atractivo, captada una noche lluviosa y desapacible a la salida de una hamburguesería de Manhattan, y en la que se ven sus piernas reflejadas en la superficie de la acera cubierta de lluvia.
    Pasó el tiempo, pero no dejaba de hojear el libro una y otra vez, hasta que me decidí a reflejar en papel lo que cada una de aquellas imágenes me sugería o me confiaba. Fue como describir la esencia del instante captado por la cámara de Weegee: la vida detenida. Y así comenzó a gestarse este pequeño volumen de treinta y cinco textos breves en el que he querido expresar los sentimientos que cada una de las fotografías seleccionadas despertó en mí.
    El título «Piernas al desnudo (Desde Manhattan)», se inspira en la imagen de esa bella mujer detenida en la puerta de la hamburguesería, y de sus esplendorosas piernas.
    El libro comienza con «The Walking Department Store», un relato acerca de un tipo pintoresco, de los llamados «vendedor ambulante», y se cierra con «Piernas al desnudo».
    Entre medias, treinta y tres composiciones más que reúnen momentos (estampas) de la vida cotidiana en las calles de Manhattan y Brooklyn, entre los decenios 1930 y 1950.


JUAN TENA
2022

jueves, 6 de enero de 2022

EL VUELO DEL TIEMPO

#cuentosdenavidad

                              

La niña se mostraba nerviosa y le resultaba imposible permanecer quieta en su asiento. Tanto era así, que de vez en cuando, tímidamente, no podía refrenar su deseo de asomarse al pasillo del avión para observar a la persona sentada varias filas más adelante. Era un hombre robusto, con pelo y barba larga, rizada y blanca, de rostro ovalado, ojos intensamente azules y mirada alegre.
¡Mamá, mamá...!, ese señor de ahí, y señalaba con un dedo casi escondido junto a su barbilla, es Papá Noel. ¡No mires ahora, nos puede ver!, dijo casi en un susurro, y el rostro como la grana, mientras permanecía encogida, como si intentara ocultarse o hacerse invisible.
¡Pero que cosas tienes!, contestó la mamá, no sin antes mirar ella también con disimulada curiosidad. ¡Maaamá, nos va a ver! ¡Déeejame, no me tires más de la manga!, y ¡estate quieta! ¡Es "Papánoel", de verdad, mamá! ¡Que si! ¡"Véngaya", niña!
El hombre observaba la escena con cierto disimulo y sonreía para sus adentros. Sabía lo que estaba pasando por la cabeza de la niña. No era la primera vez que le sucedía algo parecido.
¡Hola jovencita! Sí, sí, yo soy Papá Noel, San Nicolás, que por ese nombre también me conocen muchas niñas. Pero, dime, ¿cómo me has reconocido? ¿A que ha sido por mi barba? La niña, en silencio, como amordazada, asiente con la cabeza. Claro, me lo he imaginado, y ¿a dónde vas? De vacaciones con mis papás y primos, ¿y tú? Yo estoy trabajando. Piensa que dentro de unos días tendré que visitar vuestras casas, como hago todas las navidades, para dejaros los regalos. ¿Me llevarás algo a mí? Pues claro. ¿Qué te gustaría? No sé, lo que tú quieras. Oye, Papá Noel, ¿te harías una foto conmigo? Todas las que tú quieras.
La foto es una copia en color, enmarcada y colgada ahora en mi habitación. Ya no sé si me despedí de Papá Noel. Me dijeron que antes de dirigirme a la escalerilla de desembarco, donde las azafatas me sonreían, él me acarició el pelo y me besó en la mejilla. Solo me acuerdo del viento y de los tejados de colores (rojo, azul, verde...), de las casas de aquella ciudad con un nombre difícil de pronunciar: Us–hu–a–ia.
Me dijeron que estaba en Tierra de Fuego, pero entonces yo no entendía el porqué de aquel frío tan intenso, y la nieve... ¿o era hielo? Tampoco lo recuerdo.
Cuando volví de vacaciones y entré en casa, allí estaba él, la estatuilla de Papá Noel, cuidando el abeto que habíamos decorado con tanto cariño y esmero antes de partir. Al lado, el pequeño Belén y sus figuritas, que iban pasando de generación en generación, igual que la de Papá Noel, según me dijo mamá. Pregunté qué era eso de generación en generación: El vuelo del tiempo, me contestó.

miércoles, 5 de enero de 2022

Cumpleaños


Anoche nos reunimos un buen número de amigos en el Village Vanguard. La ocasión lo merecía, desde luego. Era el cumpleaños de nuestra querida amiga, Lady Day. Como era de esperar Billie se hizo esperar. Llegó radiante, bellísima, con media hora de retraso, eso si, y en sus brazos a su chiguagua, y al lado, un tipo al que no conocía de nada. Luego supe que era músico: trompetista.


Billie llegó dispuesta a darnos un recital y, además, nos había prometido interpretar algunas canciones nuevas. Y ahí estábamos admirando a esta gran mujer. Vlady y Olivia estaban pletóricas. Ambas eran fervientes amantes de su música.

Eleanora Fagan, nombre verdadero de Billie, había pasado por ciertos apuros, sobre todo por asunto de drogas, pero ahora parece que está superando la mala situación. Nada más entrar en el Vanguard nos dijo que el sábado 27 actuará en el Carnegie Hall. Dará dos recitales y le acompañará el pianista Bobby Tucker y su trio.

Ya en el escenario comenzó con su inigualable All Of Me, de Seymour Simons, presente entre nosotros. Ahí estaban también RoyEldridge, su íntimo Lester Young, Ben Webster, Teddy Wilson, Gerry Mulligan, Cozy Cole; Jo Jones, Milt Hinton... en fin todos sus amigos y muchos más cuyo nombre no recuerdo en estos momentos.

Irresistible, irresistible, su versión de I'm a Fool to Want You no es comparable a ninguna otra de las muchas que he oído. Lady es única... Ha llegado Vlady, he de dejar mi crónica inacabada. Seguiré en otro momento. Me reclama su aroma.

lunes, 3 de enero de 2022

Piernas al desnudo

 

El otro día, bueno de esto hace ya bastante, les hablé de la agradable noche pasada con Weegee (ya saben: Arthur Fellig) en el estreno del film The Naked City (La ciudad desnuda), cuyo título se corresponde con el del primer libro de fotografías publicado por Weegge. El filme, además del título, está inspirado en las instantáneas tomadas de la vida cotidiana en New York, y recogidas en su Naked City. Después de acudir al estreno fuimos al 3 Deùces -ya saben, en la 52- donde acabamos la noche hablando de todo un poco; esto es, de nuestras vidas, es decir, de nuestros problemas.


Pues bien, hoy soy yo el que ha visitado a Weegee en Los Ángeles. He ido a verle al Knickerbocker Hotel, donde se hospeda con mi último libro Piernas al desnudo, debajo del brazo.

Como Naked City, Piernas al desnudo es un libro en el que he intentado -con mejor o peor suerte- poner texto a una amplia selección de fotos de Arthur. En total son treinta y cinco imágenes de distinta naturalezas, pero todas hechas por él en diferentes años. Me hubiera gustado incluir algunas imágenes más, pero lo cierto es que, aún diciéndome mucho, me sentía incapaz de proyectarlas en el papel, todo pese a que una de esas imágenes me tiene obsesionado desde la primera vez que la vi, es una mujer y su nombre es Eddie. Cuando se lo cuento a Vlady, antes lo hacía a Maxine, se ríe de mí: "¡tonto!", me dice.

Weegee se muestra encantado con mi regalo. Pasamos una tarde hojeándolo página a página donde yo le iba explicando lo que cada imagen me había ido sugiriendo o contando, o más exactamente 'revelando'.

Me quede en los Ángeles cinco días, hospedado en el mismo hotel que Arthur. Al segundo día fuimos a Hollywood donde conocí a algunos amigos de Weegee y de paso saludé a los que yo había conocido cuando trabajé en la Universal en el guión de El caballero silencioso. Me encontré con Natalie, la protagonistas del filme y mi viejo amigo de instituto, Lester, y empleado de la productora. Hace tiempo les hablé del argumento (peregrino) de El caballero silencioso supongo que se acuerdan.

Weegee en compañía de su chica actual me llevó a algunos clubes famosos de jazz. En uno de ello escuche a un tipo del que había oído hablar mucho y bien, pero al cual no conocía personalmente. Era Nat King Cole y su grupo. Hicieron una interpretación fantástica d Route 66, como también de Better to be By Yourself, aunque prefiero la primera, sin duda.

De nuevo en New York, Vlady y yo hemos decidido darnos un descanso esta noche y no pasarnos por el 3 Deùces. Ella está ansiosa por abrazarme y yo loco por hacerla el amor. Esta noche nos tomaremos los bourbon en la cama, y sustituiremos al 3 Deuces por el gramófono.

The Naked City


El miércoles de la semana pasada fui al estreno del film The Naked City. Un par de días antes me había llamado por teléfono Arthur H. Fellig para invitarme al acto. Naturalmente le dije que sí. Sobre todo porque hacía bastante tiempo que no nos veíamos. Weegee -su apodo. y por el que le conoce todo el mundo- se había traslado a Hollywood donde trabaja como técnico y asesor especial para la Universal.Fui a buscarle a la redacción del New York Herald Tribune, en el que había colaborado en el pasado, y donde posee buenos amigos.

Mientras nos dirigíamos al estreno, Weegee me contó que Naked City fue su primer libro d efotografías (colección de imágenes de la vida en la ciudad de New York), y eran los derechos de ese título los que había vendido al productor Mark Hellinger para una película de Universal: "Como puedes observar –me dijo– todo se queda en Universal".


La verdad es que ambos disfrutamos enormemente con el film. Todo nos era familiar. Daba la impresión de que nosotros éramos una de las escena: nos veíamos paseando por esas calles, esas plazas, parques, entrando y saliendo a los edificios, cafés, clubes. Era como estar sentado en casa viendo pasar la ciudad a través de nuestras ventanas. Aquello era nuestra ciudad, nuestros asesinos, nuestra felicidad, también las penas y los sufrimientos, el amor, cómo no, las alegrías... En fin, nuestro mundo.

Cuando salimos, invité a Weegee a pasarnos por el 3 Deùces a tomar un par de copas y a esperar a Vlady. La mujer con la que estoy ahora, desde que perdí a Maxine, de imborrable recuerdo: aun conservo en mi memoria el aroma de su cuerpo, de la brisa de su aliento, de sus pechos, de su vientre; el espeso e intenso sabor de su entrepierna, de su culo, de... toda ella. Ahora busco todo eso en Vlady, el que fue mi gran amor en el pasado, y que quizá lo vuelva a ser en un futuro. Aunque en estos tiempos, es mejor no hablar del mañana.

Esta noche, en el 3 Deùces actua un quinteto de buenos amigos: Coleman Hawkins, Roy Eldridge, Teddy Wilson, Billy Taylor, y Cozy Col. Interpetan I'm In The Mood ForLove, siguen y siguen; después interpretaron 'S Wonderful. Para acabar, Coleman nos sorprendió a todos con Picasso, su recién y última grabación. ¡Asombrosa!.

Cuando Vlady entró en el 3 Deùces, todas las miradas se concentraron en su espléndida figura embutida en un escotado y ceñido vestido plateado; las medias de largas costuras que se insinuaban por encima de las rodillas producían vértigo, y más de una erección, no se si voluntaria o involuntaria. Me es indiferente, porque en realidad solo me importa la mía. Le presenté a Weegee y nos quedamos charlando animadamente de su nueva ocupación en Hollywood, y recordando los viejos tiempos de su deambular permanente por las calles de New York a altas horas de la noche en busca de esa imagen que nadie, nada más que él, lograría para la posteridad. Más tarde se unieron a nosotros Teddy, Coleman, Cozy... y seguimos en el club hasta altas horas de la noche. Lo cierto es que dimos bastante trabajo a Herni, el barman.

Vlady y yo dejamos a Weegee en un taxi en dirección a su hotel ( partía en unas horas hacía Los Ángeles) y nosotros, dando algún que otro bandazo, nos fuimos a casa. El bourbon nos había dejado algo confusos, a pesar de lo cual los dos estábamos deseando llegar a casa. Sabía que esa noche comenzaríamos a desnudarnos en el ascensor. Ella siempre lo hace por la ropa interior.

Todo sigue igual aunque nada es igual


Han pasado ya dos años desde que perdí a Maxine. La asesinaron dos hijos de puta por cincuenta cochinos dólares, en realidad porque en ese momento no había más que esos dólares en la caja de la lavandería de mi chica.Poco a poco, Olivia y yo hemos logrado rehacer nuestras vidas. En ello han colaborado nuestros buenos amigos, los mismos que se preocuparon de nosotros desde el primer momento.

Olivia acaba de cumplir 18 años, y dentro de nada comenzará en la Universidad. Es una mujer tímida y retraída; no le gusta mucho salir, aunque tiene amigas, prefiere estar en casa conmigo. Juntos vamos algunos días al cine o a ver un musical en Broadway. Es igual que su madre, de una belleza arrebatadora, y su cuerpo, perfectamente torneado, cintura estrecha, caderas insinuantes, piernas largas y tobillos estrechos, perfectas. Es imposible pasar a su lado y no admirar ese cuerpo mulato.

Vlady y yo hemos vuelto. Ella se divorcio el pasado año. Vino a verme y fue cuando se entero de lo de Maxine. No sabía nada. Había pasado los tres últimos años primero en Los Ángeles, después en San Francisco y los últimos seis meses en New Yor.

La rubia explosiva, como yo la he llamado siempre, y a la que tanto he querido, y que tan buenos momentos hemos pasado juntos me dejo por un tipo joven, serio, educado y marchante de arte.

Y ahora aquí estamos de nuevo, sobrellevando nuestras vidas. Vlady, me cuenta, fue feliz el primer año de matrimonia con el marchante. A partir del segundo año las cosas cambiaron: él estaba cada vez menos tiempo en casa, pasaba demasiado fuera enredado en su trabajo. Eso duró dos años, hasta que todos esos viajes, ese eterno estar fuera de casa se hizo insoportable. Cuando Vlady quiso poner remedio se encontró con que su marido tenía un amante, un joven de apenas veinte años, alto y guapo. Durante todo ese tiempo, el cabrón del marchante se había liado con todo joven y prometedor artista plástico que se cruzó en su camino. Vlady cogió sus cosas y se marchó de su lado.
Ahora intenta rehacer su vida conmigo, como en su día lo hizo Maxine. Debo ser un tipo que transmite ternura, confianza, seguridad... De modo que las mujeres buscan en mí protección y cariño. Dos aspectos totalmente desconocidos para mí, pero no así para ellas, mucho más intuitivas e inteligentes.

Escribo esta crónica sentado en el 3 Deuce delante de mi bourbon con tres cubitos de hielo, servido por mi viejo y querido amigo Herni, el antiguo barman del Café Society. En el escenario, esta noche está Mary Lou Williams, una buena amiga. Su Roll Em me anima a terminar esta breve crónica y a apurar mi tercer bourbon. Ya he mirado a Herni... Pronto llegará Vlady. Esta noche la necesito más que otras veces: estrechar su cuerpo desnudo junto al mío, enterrar mi rostro entre sus piernas y saciarme de su íntima humedad... ¡Ahí está!, y Mary Lou interpreta para nosotros dos Autumn in New York.

domingo, 2 de enero de 2022

Era demasiado hermoso


Solos. Olivia y yo nos hemos quedado solos. Dos hijos de puta entraron la semana pasada en la lavandería de Maxine para robar la caja; cuando se iban la dispararon dos tiros en el pecho. Me llamó la policía para contarme lo sucedido; cuando llegué al hospital, Maxine había muerto. Todo por cincuenta cochinos dólares. Cincuenta. Olivia, su hija estaba en el instituto. Tuve que decírselo yo: "Querida, Maxine, tu mamá, ha muerto. ¡Dios!".

Esta noche estoy en el 3 Deuces con mi viejo amigo Barney. Él ha estado conmigo en todo momento, como Billie, Lester, Teddy y tantos otros. Mientras preparo mentalmente esta crónica, Barney Bigard (conocido de Maxine y mío) interpreta Wrap Your Troubles in Dreams, una de las melodías que más le gustaban a ella y a mí. Después, Lady Day cantó Blue Moon, con Teddy Wilson al piano y Lester Young al saxo.

Ahora, la casa donde vivíamos felizmente los tres junto se nos hace casi insoportable a Olivia y a mí. Quizá la dejemos y nos traslademos a mi apartamento, más pequeño y recogido. La lavandería la alquilaremos. Después tendremos que principiar una nueva vida. Antes, todo era demasiado hermoso. Ahora, será duro, pero nos tenemos el uno al otro, y Maxine siempre estará con nosotros. Siempre.







Norma

 

«Antes de comenzar siempre me froto los pezones con hielo para endurecerlos y aumentar su prominencia; quedan tersos como cerezas. Luego llegan las agotadoras sesiones fotográficas». Natalie se echo a reír. Estaba sorprendida de las palabras de la joven modelo con la que estaba hablando. De su sinceridad.


Yo llegué al Beverly Hills Hotel de Los Ángeles para reunirme con Natalie justo a tiempo de escuchar las palabras de la joven. Más tarde Natalie me explicaría que había conocido a la modelo meses atrás en los estudios cinematográficos. Que hicieron amistad y de vez en cuando ambas quedaba para hablar. Hoy se han encontrado casualmente

Al presentármela Natalie, ella me saludó con una amplia y alegre sonrisa. Al verla de cerca me di cuenta de su deslumbrante belleza. «Soy Norma, Norma Jeane». Natalie me comentaría que Norma estaba divorciada: Su ex marido es un tipo que se enroló en la Marina y fue enviado a Australia; no le gustaba que su mujer trabajara como modelo y la puso en la tesitura de tener que elegir. Ella eligió divorciarse: «Lo más importante que conseguí con mi matrimonio fue acabar para siempre con mi condición de huérfana», le comentaba a Natalie.

Luego recordaría haber visto su fotografía en la portada de alguna publicaciones para las que trabaja Vlady: Laff y Pix entre otras, y Natalie me comento que Norma había trabajado de extra en un par de películas.

Se preguntarán qué hago yo en el Beverly Hills Hotel y fuera del Café Society. Bueno como ya he explicado trabajo en los diálogos de una película muda que se va a rodar próximamente en Hollywood. Si han leído bien: los diálogos de una película muda y en la que trabaja como actriz principal Natalie, mi adorable y amada Natalie.

Esta noche actuá aquí en el Beverly Hills Hotel la orquesta de Charlie Barnet, que hace una versión fantástica de Swing Streer Strut y de Lament for May. La cena y sobremesa se alargó hasta las tantas. Natalie y yo nos reímos mucho con los sueños de Norma: «Cuando contemplo la noche de Hollywood pienso que debe de haber miles de muchachas tan solas como yo que sueñan con convertirse en estrellas de cine. Pero no voy a preocuparme por ellas. Yo sueño más que nadie».

No obstante los martinis y el cansancio, intuí que esta joven dará argumentos para escribir acerca de ella. Su inteligencia natural es sorprendente.

Cuando nos despedimos de Norma, Natalie y yo nos dirigimos al ascensor. Antes de entrar ella se quitos los zapatos con disimulado gesto de dolor.

Las vidas pasadas nunca pasan

Hace unos días me dio por reflexionar acerca del pasado. En realidad de los intentos de traerlo al presente y rejuvenecerlo; darle sentido d...