miércoles, 23 de febrero de 2022

En el Sammy's, de la Bowery *

   
    A punto de quemarse la punta de los dedos con la pava del cigarrillo, el hombre observa fijamente a la joven que toca la flauta de pico alto a su lado. 
    Se encuentran en el Sammy's, de la Bowery; ella sentada y recostada sobre el respaldo de una silla. Repantigada. Tiene una de las piernas estirada y la otra doblada, y apoyado el pie, casi fuera del gastado mocasín, en una de las patas de la mesa, sobre la que hay tres vasos, dos con bebidas y el otro vacío.
    Viste falda larga de flores, fruncida en la cintura, y camisa blanca abierta y de manga corta. Su pelo es de color oscuro y ondulado y lo lleva cortado a media melena; sobre el puente de su bien formada y recta nariz apoya unas gafas grandes de cristales redondos y montura de carey en tono claro.
    El hombre es un tipo joven y atractivo. Se sienta a su lado con las piernas cruzadas, casi encogido por la falta de espacio. Viste traje claro, de verano, elegante, camisa de cuello collar y corbata. En la solapa lleva un botón negro. Usa gafas de cristales grandes y redondos sobre montura de pasta marrón oscuro.
    Sentado junto a ellos hay un tipo algo corpulento; aparenta estar obsesionado por su calvicie, ya que se peina mechas cruzadas desde un lado al otro de la cabeza para, en realidad, mal disimular la falta de pelo en la extensa coronilla.
    De espaldas a la joven hay dos hombres de pie. Parecen mantener conversación con una mujer que les habla desde el otro lado de un pequeño barril de madera situado en medio y que les separa. Uno de ellos es bastante joven, lleva un vaso en la mano, viste traje oscuro de rayas, camisa arrugada y sin corbata; el otro es un hombre de mediana edad bien vestido, con sombrero, y está apoyado en la barra. 
    La pared del bar aparece cubierta de fotografías de actrices y actores famosos. Más pendientes e interesados éstos de la vida del bar y sus clientes que la joven flautista y el elegante fumador del luto en la solapa. 
    Ambos jóvenes aparecen en mi retina por azar. Se diría que pertenecen a otra época, a otro espacio; incluso a otro universo… porque semejan dos seres apresados por el ojo de la cámara en un mundo que tal vez no sea el suyo. 
    Años después volví por el 263 y el Sammy's ya no estaba. En su lugar encontré una inmensa cristalera, con un rótulo que decía: «Almacén en alquiler». A ambos lados vi dos prósperos negocios dedicados a la fabricación y suministro de equipos para restaurantes. Entonces me acordé de aquella joven pareja, y del dueño del Sammy's, que siempre quiso ser algún día, según me contaron, alcalde de New York.

* Flautista solitaria en el Sammy's de la Bowery (Manhattan) (decenio 1940).



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