martes, 28 de diciembre de 2021

Perplejidad

El Bemelman's Bar es uno de eso sitios elegantes, elegantes... y caros. Pero de vez en cuando es necesario hacer una excepción. Anoche actuó Dick Wellstood, y esa fue la razón principal por la que me encontraba en ese bar. Fui solo; no me apetecía llevar compañía. Y hubo una razón para ello; una razón poderosa, si era cierto lo que había leído ayer mismo al mediodía en un diario de gran tirada.

No soy nada crédulo, al contrario, pero me quede perplejo y profundamente preocupado. Si, tanto fue así que angustiado me apliqué denodadamente en rememorar todo lo que había hecho en las últimas 72 horas, minuto a minuto: estoy leyendo Manhattan Transfe, mi Imperial Standard, con el folio puesto en el carro, espera mi crónica desde Manhattan; la ropa sucia también sigue esperando la lavandería; desayuno, como y ceno como habitualmente hago a diario, el domingo pasado sé que estuve en el Apolo con Eleanora, es decir con Lady Day, hasta las tantas. En fin creo que tengo mi vida en orden, no parece que haya olvidado nada.

Se preguntaran a qué viene toda esta sarta de idioteces, propias de una mente trastornada. Y es ahí donde esta la gracia, que estoy, o me siento, verdaderamente trastornado, y no es para menos: «Un buen orgasmo puede borrar la memoria, entre 20 minutos y 20 horas, tras desatar un episodio de amnesia general transitoria». Inmediatamente pensé en lo trágico del asunto: y si eso me hubiera podido pasar a mi, me pregunté. De ahí mi angustia y recuento de todas y cada una de mis actividades.

Sin embargo, el asunto siguió bullendo en mi cabeza. Así que después me pregunté si no sería esta la razón, los buenos orgasmos, los causantes de los olvidos de nuestros políticos, y no ese congénito afán de engañar para mantenerse en el poder cuanto más tiempo mejor. Algo que les achacamos, quizá, con demasiada insistencia, y ahora ya, tal vez, injustamente. También me pregunto, si es qué realmente tienen tanta necesidad de llevar la bragueta abierta. Porque, los incumplimientos, motivados por esa amnesia, son casi permanentes. Llegado a este punto me lamenté de lo injusto que hemos sido y somos los ciudadanos con nuestros políticos. Resulta que es amnesia general transitoria la culpable de todo. Con razón me confesó Lady Day, el pasado domingo en el Apolo, que aunque fuese una fulana, tenía pánico al sexo. Y por cierto, he recordado, ahora, a última hora, que debo de llevar alrededor de quince años sin tener un «buen» orgasmo, lo que hace que esa preocupación mía inicial carezca de sentido: mi memoria es magnífica, de primera clase.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las vidas pasadas nunca pasan

Hace unos días me dio por reflexionar acerca del pasado. En realidad de los intentos de traerlo al presente y rejuvenecerlo; darle sentido d...